Estimados navegantes, capitanes de barcos hundidos en épicas batallas navales. Ustedes que especularon al situarlos en una esquina, se sintieron desvanecer al oír en boca del enemigo aquél perturbador bombardeo sobre su oculto A1...
Luego de ya varias lunas sin tocar tierra alguna, he dado por fin en un puerto aliado. Aprovecho la situación para enviarles una nueva reflexión que atañe a la alegoría de la caverna, y a mi estimadísimo Ruben Darío.
Figúrense en primer lugar un hombre, enmarcado en un aire de realismo mágico, elevando a más no poder su espíritu con las alas de la poesía:
Para ir al azul do van las bandolinas,
hay que pensar y hacer y bregar y soñar,
salpicándose con las espumas del mar
de tempestades infernales y divinas.
De mi triste cornona, ¿cuántas son las espinas?
Pues, una a una, apenas me las puedo arrancar.
Recuerdas mis confianzas, pues las ruges, ¡oh mar!
¡Y recuerdas mis penas, ruiseñor, pues las trinas!
Vos de fuerza o dulzura en la gloria del día,
bajo los vastos cielos, sobre los océanos,
inclinemos la frente ante la Poesía.
Dejémonos de palabras y gestos vanos;
y puesto que el instante es bueno todavía,
¡levantemos los ojos y juntemos las manos!
"Para ir al azul...", Rubén Darío
...............................................................................................
En fin, entre uno y otro suspiro, supongan el sujeto se ve interrumpido por otros, que se dirigen incestuosamente al mismo, dándole a entender que su actividad literaria pone en duda su sexualidad. Supongamos también que luego le hablen sobre infinitas vanalidades acerca de su repugnante cotidaneidad consumista.
Luego, que lo presionen de una y otra forma para que acceda a su mismo tipo de vida, mismas costumbres, mismo escepticismo, etc. Que lo amenacen con toda una vida en soledad si acaso no accediese a unírseles; que fuese obligado a comparar tamaño y forma de innumerables senos y trastes de mujeres ortopédicas, a manejarse según los criterios estéticos de la moda, a embriagarse rutinariamente, a ver programas de televisión que no sólo no educan, sino que deseducan al espíritu...
Digamos, que si aquella persona había antes cobrado alas, y estaba abandonando la caverna, los otros, por mera insensatez, le dieron de a escopetazos a más no poder para que aterrice de cabeza a la tierra de la oscuridad y la doxa, u opinión.
Ahora sí, introducidos de ese modo, comprenderán las palabras de Platón.
Por cierto, quise simplemente graficar la situación empleando los recursos mínimos, por lo que tal vez no les maraville la poesía, ni el relato planteado. Apunto, en realidad, a lo siguiente:
"Es natural, desde luego -dijo, que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo o de las imágenes de que son ellas reflejo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que jamás han visto la justicia en sí?"
La república, Platón. Prólogo del libro sexto.
En fin, no es más que la incomprensión hacia las grandes mentes, y hacia todos aquellos que estén un paso adelante. Es catalogar de loco a quien toma conciencia. Es bufonearlo, es encerrarse en el consumismo, en la superficialidad, es revolcarse en el barro hediondo de esa caverna, y negarse a creer en algo más. Es negarse a soñar, amigos, y negarle la posibilidad de soñar a los demás.
Pobre de aquél, que haya visto las cosas desde arriba, y no encuentre palabras en este vulgar idioma para hacernos entender una realidad otra.
Sin más, me despido desplegando el catalejo al tiempo que firmo esta carta y me dispongo reembarcarme.
sábado, diciembre 20
viernes, mayo 9
Unos problemillas...
Estimados tripulantes de este buque averiado; presentaré ante ustedes un par de simpáticos problemas que atañen a la dinámica y cinemática de las partículas. Se pueden resolver manejando conceptos muy básicos: fórmulas de la cinemática, conceptos de sistema de fuerzas y rozamiento estático.
Tuve el gusto de encontrarlos, en un volumen del viejo Resnick-Halliday-Krane, cuarta edición.
1) Dos trenes, cada uno a una velocidad de 34 km/h, corren uno hacia el otro en la misma vía recta. Un pájaro que puede volar a 58 km/h vuela saliendo del frente de un tren cuando los trenes están separados por una distancia de 102 km y va directamente hacia el otro tren. Al llegar al otro tren vuela de regreso hacia el primer tren, y así susesivamente.
a) ¿Cuántos viajes podrá hacer el pájaro de un tren a otro antes de que los trenes choquen?
b) ¿Cuál es la distancia total que recorre volando el pájaro?
(es más interesante reemplazar los valores luego de haber trabajado con la fórmula pura)
2) Una persona desea apilar arena sobre un área circular en su patio. No debe apilarse arena fuera del círculo. Halle una fórmula para calcular el volumen de la montaña en función del radio de la base y el coeficiente estático de rozamiento. (El volumen de un cono es Ah/3, donde A es el área de la base y h es la altura)
Tuve el gusto de encontrarlos, en un volumen del viejo Resnick-Halliday-Krane, cuarta edición.
1) Dos trenes, cada uno a una velocidad de 34 km/h, corren uno hacia el otro en la misma vía recta. Un pájaro que puede volar a 58 km/h vuela saliendo del frente de un tren cuando los trenes están separados por una distancia de 102 km y va directamente hacia el otro tren. Al llegar al otro tren vuela de regreso hacia el primer tren, y así susesivamente.
a) ¿Cuántos viajes podrá hacer el pájaro de un tren a otro antes de que los trenes choquen?
b) ¿Cuál es la distancia total que recorre volando el pájaro?
(es más interesante reemplazar los valores luego de haber trabajado con la fórmula pura)
2) Una persona desea apilar arena sobre un área circular en su patio. No debe apilarse arena fuera del círculo. Halle una fórmula para calcular el volumen de la montaña en función del radio de la base y el coeficiente estático de rozamiento. (El volumen de un cono es Ah/3, donde A es el área de la base y h es la altura)
sábado, abril 5
Escala de Mohs
La dureza es la medida de la resistencia que la superficie de un mineral ofrece al ser rayado. Esta propiedad está relacionada al especial ordenamiento de los átomos.
A cualquier hombre adepto a incorporar conocimientos prácticos sobre ciertos aspectos de la mater natura, que luego podrán representar una ventaja para tomar decisiones influyentes en nuestra supervivencia, le resultará en extremo satisfactorio el que haya tenido oportunidad de compartir con ustedes, la sorprendente "Escala de Mohs".
Existen básicamente dos métodos para identificar la dureza de un mineral: la primera, empleando un durímetro, artificio que mide la resistencia del material a medida que se lo somete a diferentes presiones mecánicas. La segunda, a partir de la Escala de Mohs.
Hubo una vez un hombre llamado Mohs, que decidió clasificar los minerales en una escala de dureza, dando al mineral más blando el valor de 1, y al más duro, 10. De esta manera, si tuviéramos frente a nosotros un mineral desconocido, que se muestre rayado, por ejemplo, por otro de dureza 8; pero no por uno de dureza 7, diremos que posee una dureza entre 7 y 8.
Ahora me agradará poner ante ustedes algunos casos ejemplares en los cuales el conocimiento de la escala jugaría un papel fundamental, decisivo, para alcanzar nuestro objetivo.
Primer caso: Supongamos que un individuo, por causas desconocidas, desease irrumpir en la casa de otro sujeto, mediante métodos no convencionales. Sabiendo que el dueño del hogar ha reforzado sus ventanas con una cubierta de cuarzo, es de esperarse que si el primer sujeto le arrojase un ladrillo, éste dificilmente lo romperá. El individuo, si deseara obtener un buen resultado, debería lanzar un trozo de topacio, o, mejor aún, corindón. (el diamante, por lo general es más difícil de conseguir en grandes cantidades. Pero, aplicando el ingenio, bien se podría proceder a rayar, cortar la superficie de cuarzo con un filo de éste mineral)
Segundo caso:Imaginemos que dos sujetos van a batirse a duelo; y es hora de elegir sus armas. Si el primero optase por una espada forjada de fluorita, el segundo, lógicamente, si conociera la escala, no optaría por un arma hecha de calcita, sino más bien por una hecha con apatita (o hierro, pues posee igual dureza)
Tercer caso: Si un vándalo de espíritu creativo quisiera profanar una estatua hecha de ortoclasa, para reformar ciertos detalles le sería necesario valerse de un cincel de cuarzo.
Escala de Mohs:
1. Talco
2. Yeso
3. Calcita
4. Fluorita
5. Apatita
6. Ortoclasa
7. Cuarzo
8. Topacio
9. Corindón
10. Diamante
A cualquier hombre adepto a incorporar conocimientos prácticos sobre ciertos aspectos de la mater natura, que luego podrán representar una ventaja para tomar decisiones influyentes en nuestra supervivencia, le resultará en extremo satisfactorio el que haya tenido oportunidad de compartir con ustedes, la sorprendente "Escala de Mohs".
Existen básicamente dos métodos para identificar la dureza de un mineral: la primera, empleando un durímetro, artificio que mide la resistencia del material a medida que se lo somete a diferentes presiones mecánicas. La segunda, a partir de la Escala de Mohs.
Hubo una vez un hombre llamado Mohs, que decidió clasificar los minerales en una escala de dureza, dando al mineral más blando el valor de 1, y al más duro, 10. De esta manera, si tuviéramos frente a nosotros un mineral desconocido, que se muestre rayado, por ejemplo, por otro de dureza 8; pero no por uno de dureza 7, diremos que posee una dureza entre 7 y 8.
Ahora me agradará poner ante ustedes algunos casos ejemplares en los cuales el conocimiento de la escala jugaría un papel fundamental, decisivo, para alcanzar nuestro objetivo.
Primer caso: Supongamos que un individuo, por causas desconocidas, desease irrumpir en la casa de otro sujeto, mediante métodos no convencionales. Sabiendo que el dueño del hogar ha reforzado sus ventanas con una cubierta de cuarzo, es de esperarse que si el primer sujeto le arrojase un ladrillo, éste dificilmente lo romperá. El individuo, si deseara obtener un buen resultado, debería lanzar un trozo de topacio, o, mejor aún, corindón. (el diamante, por lo general es más difícil de conseguir en grandes cantidades. Pero, aplicando el ingenio, bien se podría proceder a rayar, cortar la superficie de cuarzo con un filo de éste mineral)
Segundo caso:Imaginemos que dos sujetos van a batirse a duelo; y es hora de elegir sus armas. Si el primero optase por una espada forjada de fluorita, el segundo, lógicamente, si conociera la escala, no optaría por un arma hecha de calcita, sino más bien por una hecha con apatita (o hierro, pues posee igual dureza)
Tercer caso: Si un vándalo de espíritu creativo quisiera profanar una estatua hecha de ortoclasa, para reformar ciertos detalles le sería necesario valerse de un cincel de cuarzo.
Escala de Mohs:
1. Talco
2. Yeso
3. Calcita
4. Fluorita
5. Apatita
6. Ortoclasa
7. Cuarzo
8. Topacio
9. Corindón
10. Diamante
lunes, marzo 10
“Joh Fabricii Narratio, et Dubitatio de modo eductionis speclerum visibilium”
Me detendré a presentarles un fragmento un tanto extenso, pero que no desperdicia palabras, que me impactó sobremanera cuando lo encontré en un libro del que daré algunos detalles. Se trata del primer tomo de “Astronomía Popular”, escrito por Augusto T. Armicis de la Real Sociedad Astronómica de Londres, publicado en Barcelona por los editores Montaner y Simón, en el año 1901.
He quedado maravillado, no tanto por el contenido (el cual, aunque desactualizado en extremo para la época, no por ello ha perdido su valor), sino más bien por el trato particular del mismo. Si hubiera una palabra para describirlo, creo que sería “apasionante”, y aquello es algo que no encuentro en los manuales actuales, que nos presentan la información con una frialdad casi indiferente…
Augusto inserta descubrimientos en un hilo narrativo, y se detiene a explicarnos quiénes, en qué contexto, y cómo descubrieron los hechos. Explica las leyes de la óptica, en un nivel básico, para entender el punto sobre el que se basó Galileo para establecer que las manchas se constituyen en la superficie solar, descartando la idea de que fuesen planetas; esquematiza los distintos métodos de observación, destacando qué se pudo avanzar con cada uno de ellos… ¿Sabían que Galileo perdió su vista por observar el Sol sin modificadores?. Transmite, como dije, la pasión que sintieron aquellos grandes hombres; y si a uno le interesa, a veces siente que ha viajado al siglo 19…
Sin más, he aquí el fragmento. Nota: observen cómo, de un día para el otro, Fabricio inventa el sistema de proyección.
“La primera obra impresa conocida en que se trata de las manchas del sol, es la que publicó el astrónomo holandés Juan Fabricio, titulada Joh Fabricii Narratio, et Dubitatio de modo eductionis speclerum visibilium. (Witterbergae, 1611 in 4.º) La dedicatoria está fechada en 13 de junio de 1611. De esta obra extractamos la siguiente curiosa relación, de las observaciones de Fabricio:
" Examinando un día con un anteojo el disco del Sol, vi con sorpresa en su superficie una mancha negruzca bastante grande, que tomé al principio por una nube; pero fijándome más, conocí mi error; la elevación del Sol y su excesivo brillo (I) me obligaron a dejar la observación para el día siguiente. Mi padre y yo pasamos el resto del día y aquella noche con gran impaciencia, discurriendo sobre lo que podía ser aquella mancha; si pertenece al Sol, decía yo, volveré a verla, indudablemente; en caso contrario, su movimiento nos la hará invisible; en fin, al día siguiente la vi otra vez, con un placer indecible; pero había cambiado de lugar, y esto aumentó nuestra confusión; sin embargo, ideamos recibir los rayos solares por un pequeño agujero de una cámara obscura sobre un papel blanco, y la vimos dibujarse perfectamente en forma de nube entrelarga; el mal tiempo nos obligó a suspender nuestras observaciones durante tres día; pasados éstos había avanzado la mancha oblicuamente, hacia el occidente. Distinguimos otra más pequeña próxima al borde del Sol, que en el transcurso de algunos días llegó hasta el centro. Vino luego una tercera; antes había desaparecido la primera que se presentó, y pocos días después lo hicieron las otras dos. Vacilaba entre el temor y la esperanza de no volverlas a ver, pero diez días después apareció la primera en el borde oriental. Comprendí entonces que hacía una revolución, y desde principios del año me he confirmado en esta creencia y he enseñado estas manchas a otras personas, que piensan lo mismo que yo. Sin embargo, una duda me impidió escribir desde luego sobre este asunto, y me hacía arrepentirme de haber empleado mi tiempo en estas observaciones. Veía que no conservaban entre sí la misma distancia, que cambiaban de forma y de velocidad; pero mi placer fue mucho mayor cuando descubrí la verdadera causa. Como es de suponer por estas observaciones, las manchas se hallan situadas sobre el cuerpo mismo del Sol, que es esférico y sólido, y al llegar cerca de los bordes han de verse más pequeñas, disminuyendo su velocidad. Invitamos a los aficionados a las verdades físicas a que se aprovechen del bosquejo que les presentamos; supondrán, sin duda, que el Sol tiene un movimiento de conversión, como dijo Jordán Bruno en su Tratado del Universo, y en último lugar, Keplero en su libro sobre los movimientos de Marte; pues, en otro caso, no sé qué podríamos hacer de estas manchas."
(I) Todavía no se empleaban modificadores.”
He quedado maravillado, no tanto por el contenido (el cual, aunque desactualizado en extremo para la época, no por ello ha perdido su valor), sino más bien por el trato particular del mismo. Si hubiera una palabra para describirlo, creo que sería “apasionante”, y aquello es algo que no encuentro en los manuales actuales, que nos presentan la información con una frialdad casi indiferente…
Augusto inserta descubrimientos en un hilo narrativo, y se detiene a explicarnos quiénes, en qué contexto, y cómo descubrieron los hechos. Explica las leyes de la óptica, en un nivel básico, para entender el punto sobre el que se basó Galileo para establecer que las manchas se constituyen en la superficie solar, descartando la idea de que fuesen planetas; esquematiza los distintos métodos de observación, destacando qué se pudo avanzar con cada uno de ellos… ¿Sabían que Galileo perdió su vista por observar el Sol sin modificadores?. Transmite, como dije, la pasión que sintieron aquellos grandes hombres; y si a uno le interesa, a veces siente que ha viajado al siglo 19…
Sin más, he aquí el fragmento. Nota: observen cómo, de un día para el otro, Fabricio inventa el sistema de proyección.
“La primera obra impresa conocida en que se trata de las manchas del sol, es la que publicó el astrónomo holandés Juan Fabricio, titulada Joh Fabricii Narratio, et Dubitatio de modo eductionis speclerum visibilium. (Witterbergae, 1611 in 4.º) La dedicatoria está fechada en 13 de junio de 1611. De esta obra extractamos la siguiente curiosa relación, de las observaciones de Fabricio:
" Examinando un día con un anteojo el disco del Sol, vi con sorpresa en su superficie una mancha negruzca bastante grande, que tomé al principio por una nube; pero fijándome más, conocí mi error; la elevación del Sol y su excesivo brillo (I) me obligaron a dejar la observación para el día siguiente. Mi padre y yo pasamos el resto del día y aquella noche con gran impaciencia, discurriendo sobre lo que podía ser aquella mancha; si pertenece al Sol, decía yo, volveré a verla, indudablemente; en caso contrario, su movimiento nos la hará invisible; en fin, al día siguiente la vi otra vez, con un placer indecible; pero había cambiado de lugar, y esto aumentó nuestra confusión; sin embargo, ideamos recibir los rayos solares por un pequeño agujero de una cámara obscura sobre un papel blanco, y la vimos dibujarse perfectamente en forma de nube entrelarga; el mal tiempo nos obligó a suspender nuestras observaciones durante tres día; pasados éstos había avanzado la mancha oblicuamente, hacia el occidente. Distinguimos otra más pequeña próxima al borde del Sol, que en el transcurso de algunos días llegó hasta el centro. Vino luego una tercera; antes había desaparecido la primera que se presentó, y pocos días después lo hicieron las otras dos. Vacilaba entre el temor y la esperanza de no volverlas a ver, pero diez días después apareció la primera en el borde oriental. Comprendí entonces que hacía una revolución, y desde principios del año me he confirmado en esta creencia y he enseñado estas manchas a otras personas, que piensan lo mismo que yo. Sin embargo, una duda me impidió escribir desde luego sobre este asunto, y me hacía arrepentirme de haber empleado mi tiempo en estas observaciones. Veía que no conservaban entre sí la misma distancia, que cambiaban de forma y de velocidad; pero mi placer fue mucho mayor cuando descubrí la verdadera causa. Como es de suponer por estas observaciones, las manchas se hallan situadas sobre el cuerpo mismo del Sol, que es esférico y sólido, y al llegar cerca de los bordes han de verse más pequeñas, disminuyendo su velocidad. Invitamos a los aficionados a las verdades físicas a que se aprovechen del bosquejo que les presentamos; supondrán, sin duda, que el Sol tiene un movimiento de conversión, como dijo Jordán Bruno en su Tratado del Universo, y en último lugar, Keplero en su libro sobre los movimientos de Marte; pues, en otro caso, no sé qué podríamos hacer de estas manchas."
(I) Todavía no se empleaban modificadores.”
domingo, marzo 2
Lo que conviene a la República no es lo que conviene a todos
… ya había percibido cierto aroma “nazi” en la república utópica de Platón. Desde que sugirió prohibir toda manifestación artística que no siguiera el lineamiento templado y armónico. O cuando propuso que la frialdad y espíritu inflexibles eran cualidades que debían cultivarse desde muy jóvenes a los futuros “guerreros”…
… además de sus planes expansionistas, para los cuales se valdría de la guerra, en los cuales se vería apoyado por repúblicas aliadas, a las que serían entregadas las riquezas saqueadas…
Pero debí detener mi lectura, un tanto espantado, luego de llegar al siguiente fragmento:
“Pues de acuerdo con nuestros principios es necesario que las mujeres y los hombres mejores tengan relaciones asiduas y que, por lo contrario, estas relaciones sean poco frecuentes entre los individuos inferiores de uno y otro sexo; es preciso, además criar a los hijos de los primeros y no de los segundos, si queremos que nuestros ciudadanos sean de mejor calidad posible. Por otro lado, es menester que todas estas medidas se mantengan ocultas, excepto de los gobernantes, para que no haya la menor discordia entre los guardianes. Ahora bien, los hijos, a medida que vayan naciendo, estarán a cargo de instituciones formadas por hombres o por mujeres, o por hombres y mujeres reunidos, pues las tareas son comunes, creo yo, al uno y al otro sexo… Llevarán a los hijos de los mejores a un establecimiento común y los confiarán a nodrizas que vivirán en un barrio determinado de la ciudad. Los hijos de los individuos inferiores e igualmente los de los otros, si nacen con alguna deformidad, serán ocultos en algún lugar secreto e incierto”. Extraído de La República, de Platón. Libro quinto.
… además de sus planes expansionistas, para los cuales se valdría de la guerra, en los cuales se vería apoyado por repúblicas aliadas, a las que serían entregadas las riquezas saqueadas…
Pero debí detener mi lectura, un tanto espantado, luego de llegar al siguiente fragmento:
“Pues de acuerdo con nuestros principios es necesario que las mujeres y los hombres mejores tengan relaciones asiduas y que, por lo contrario, estas relaciones sean poco frecuentes entre los individuos inferiores de uno y otro sexo; es preciso, además criar a los hijos de los primeros y no de los segundos, si queremos que nuestros ciudadanos sean de mejor calidad posible. Por otro lado, es menester que todas estas medidas se mantengan ocultas, excepto de los gobernantes, para que no haya la menor discordia entre los guardianes. Ahora bien, los hijos, a medida que vayan naciendo, estarán a cargo de instituciones formadas por hombres o por mujeres, o por hombres y mujeres reunidos, pues las tareas son comunes, creo yo, al uno y al otro sexo… Llevarán a los hijos de los mejores a un establecimiento común y los confiarán a nodrizas que vivirán en un barrio determinado de la ciudad. Los hijos de los individuos inferiores e igualmente los de los otros, si nacen con alguna deformidad, serán ocultos en algún lugar secreto e incierto”. Extraído de La República, de Platón. Libro quinto.
sábado, marzo 1
una de las "Cenizas de almendro"
“Cuando su guantalete hubo vuelto a la mano
el Cid siguió su rumbo por la primaveral
senda. Un pájaro daba su nota de cristal
en un árbol. El cielo profundo desleía
un perfume de gracia en la gloria del día
Las ermitas lanzaban en el aire sonoro
su melodiosa lluvia de tórtolas de oro;
el alma de las flores iba por los caminos
a unirse a la piadosa voz de los peregrinos
y el gran Rodrigo Díaz de Vivar, satisfecho
iba cual si llevase una estrella en el pecho
Cuando de la campiña, aromada de esencia
sutil, salió una niña vestida de inocencia;
una niña que fuera una mujer, de franca
y angélica pupila, y muy dulce y muy blanca.
Una niña que fuera un hada, o que surgiera
encarnación de la divina Primavera”
El hedor se volvía insoportable; hasta aquí llegaba la paciencia del joven. Al parecer, entre más se endulzaba la poesía, menos podía saborearla… Y más péstido se tornaba el odioso ritmo que se alzara en completa discordancia
con las aves
con el fresco jardín
con las nubes de fantasía
con el encanto de la poesía…
No pudo soportarlo un solo momento más. Una furia incontrolable se apoderó del espíritu comúnmente apacible del joven. Y a medida que aquella tortura lo mutilaba, iba sintiendo, en su interior, cómo la mas terrible e insana locura se adueñaba velozmente de su ser.
Profirió un grito
desgarrador
de profunda ira
y profundo dolor.
Los niños callaron su juego, espantados. Al tiempo que el joven corría fuera de sí, atravesando el jardín con la escalera bajo el brazo; la misma que un momento antes parecía descansar poéticamente acomodada junto al almendro que aun no terminaba de desprender sus frutos…
Fue cuando los niños
aterrados,
impávidos,
lo vieron caer del techo
con un hacha en sus dos manos.
Fue cuando lo vieron pasar entre ellos, con la vista clavada en el equipo de música, como si estuviera poseído, bajo un encantamiento, o poderoso hechizo.
Y el hacha se blandió siete veces sobre los trozos del destruido artefacto. Y el joven rió, rió como un desquiciado.
Y por un instante calló la misma Tierra
con sus álamos
y zorzales
La ciudad calló
con sus motos y camiones
helicópteros y aviones.
Sólo se oyó una risa, terrible, penetrante, desahogada.
Cuando aquel instante se desvaneció, los niños lloraban, y el joven corría.
- Al campo, seguramente, a encontrarse con el canto de las aves, el susurro del arroyo, los rasguidos arrancados de hojas de álamo, articuladas por la mano del viento, como si se tratara de instrumentos de cuerda. Cual le prometiera su añorado Bécquer…
Y lo cierto es que lo consumió la envidia; la misma que guardaba reprimida desde hace tiempo, y que buscó como campo de batalla, donde fuera a proclamarse vencedora, la inocente felicidad de unos niños.
Porque ellos reían
porque ellos jugaban
Y no porque la música de su fiesta eclipsara la poesía que, del otro lado del muro, del otro lado de la glicina, anidaba en las páginas de Rubén Darío.
“Y fue al Cid y le dijo: alma de amor y fuego
por Jimena y por Dios un regalo te entrego,
es la rosa naciente y este fresco laurel
Y el Cid, sobre su yelmo las frescas hojas siente,
en su guante de hierro hay una flor naciente
y en lo íntimo del alma como un dulzor de miel”
el Cid siguió su rumbo por la primaveral
senda. Un pájaro daba su nota de cristal
en un árbol. El cielo profundo desleía
un perfume de gracia en la gloria del día
Las ermitas lanzaban en el aire sonoro
su melodiosa lluvia de tórtolas de oro;
el alma de las flores iba por los caminos
a unirse a la piadosa voz de los peregrinos
y el gran Rodrigo Díaz de Vivar, satisfecho
iba cual si llevase una estrella en el pecho
Cuando de la campiña, aromada de esencia
sutil, salió una niña vestida de inocencia;
una niña que fuera una mujer, de franca
y angélica pupila, y muy dulce y muy blanca.
Una niña que fuera un hada, o que surgiera
encarnación de la divina Primavera”
El hedor se volvía insoportable; hasta aquí llegaba la paciencia del joven. Al parecer, entre más se endulzaba la poesía, menos podía saborearla… Y más péstido se tornaba el odioso ritmo que se alzara en completa discordancia
con las aves
con el fresco jardín
con las nubes de fantasía
con el encanto de la poesía…
No pudo soportarlo un solo momento más. Una furia incontrolable se apoderó del espíritu comúnmente apacible del joven. Y a medida que aquella tortura lo mutilaba, iba sintiendo, en su interior, cómo la mas terrible e insana locura se adueñaba velozmente de su ser.
Profirió un grito
desgarrador
de profunda ira
y profundo dolor.
Los niños callaron su juego, espantados. Al tiempo que el joven corría fuera de sí, atravesando el jardín con la escalera bajo el brazo; la misma que un momento antes parecía descansar poéticamente acomodada junto al almendro que aun no terminaba de desprender sus frutos…
Fue cuando los niños
aterrados,
impávidos,
lo vieron caer del techo
con un hacha en sus dos manos.
Fue cuando lo vieron pasar entre ellos, con la vista clavada en el equipo de música, como si estuviera poseído, bajo un encantamiento, o poderoso hechizo.
Y el hacha se blandió siete veces sobre los trozos del destruido artefacto. Y el joven rió, rió como un desquiciado.
Y por un instante calló la misma Tierra
con sus álamos
y zorzales
La ciudad calló
con sus motos y camiones
helicópteros y aviones.
Sólo se oyó una risa, terrible, penetrante, desahogada.
Cuando aquel instante se desvaneció, los niños lloraban, y el joven corría.
- Al campo, seguramente, a encontrarse con el canto de las aves, el susurro del arroyo, los rasguidos arrancados de hojas de álamo, articuladas por la mano del viento, como si se tratara de instrumentos de cuerda. Cual le prometiera su añorado Bécquer…
Y lo cierto es que lo consumió la envidia; la misma que guardaba reprimida desde hace tiempo, y que buscó como campo de batalla, donde fuera a proclamarse vencedora, la inocente felicidad de unos niños.
Porque ellos reían
porque ellos jugaban
Y no porque la música de su fiesta eclipsara la poesía que, del otro lado del muro, del otro lado de la glicina, anidaba en las páginas de Rubén Darío.
“Y fue al Cid y le dijo: alma de amor y fuego
por Jimena y por Dios un regalo te entrego,
es la rosa naciente y este fresco laurel
Y el Cid, sobre su yelmo las frescas hojas siente,
en su guante de hierro hay una flor naciente
y en lo íntimo del alma como un dulzor de miel”
lunes, febrero 25
Filósofos al poder
"Terminé por adquirir el convencimiento, con respecto a todos los Estados actuales, de que están, sin excepción, mal gobernados; en efecto, lo referente a su legislación no tiene remedio sin una extraordinaria reforma, acompañada además de suerte para implantarla. Y me vi obligado a reconocer, en alabanza de la verdadera filosofía, que de ella depende el obtener una visión perfecta y total de lo que es justo, tanto en el terreno político como en el privado, y que no cesará en sus males el género humano hasta que los que son recta y verdaderamente filósofos ocupen los cargos públicos, o bien los que ejercen el poder en los Estados lleguen, por especial favor divino, a ser filósofos en el auténtico sentido de la palabra". (Introducción del Libro Segundo de La República, de Platón).
Días antes de encontrarme con este ilustrativo fragmento, me lamentaba sobre las consecuencias acarreadas por una mala formación intelectual de los que hoy en día ocupan cargos de gobierno. "Los políticos de hoy sólo saben de política. Eso es, la mera burocracia. Pero ignoran la realidad; no saben de Filosofía ni de moral..." Palabras similares le pronunciaba a mi amiga, mientras una profunda desolación - angustia que me ataca a menudo, cuando me asomo de mis fantasías para contemplar la cruda realidad del siglo 21 - se abatía en mi alma. Tardé en reponerme, a medida que el tema progresaba, y ya caminábamos lejos de aquella plaza.
No creo que la solución que nos propone el sabio griego sea algo sencillo. La clave está en lograr el avance cultural, forjándolo a través de una verdadera educación - la del alma - que asiente virtudes en toda la sociedad. Pero los sistemas políticos y sociales modernos no se comparan con los de aquella época. Se requiere un sistema de soluciones infinitamente complejas que asistan a toda la humanidad. Es necesario - y de extrema urgencia - resolver problemas pendientes entre el hombre y la naturaleza, problemas entre el hombre y otros hombres, y problemas del hombre consigo mismo. No se puede lograr la paz en una región geográfica determinada; menos aun considerando la interdependencia creciente, sino que es necesario un replanteamiento a nivel global, respaldado por todos, y un planeamiento estratégico, como ya dije, de soluciones reales a largo plazo.
Días antes de encontrarme con este ilustrativo fragmento, me lamentaba sobre las consecuencias acarreadas por una mala formación intelectual de los que hoy en día ocupan cargos de gobierno. "Los políticos de hoy sólo saben de política. Eso es, la mera burocracia. Pero ignoran la realidad; no saben de Filosofía ni de moral..." Palabras similares le pronunciaba a mi amiga, mientras una profunda desolación - angustia que me ataca a menudo, cuando me asomo de mis fantasías para contemplar la cruda realidad del siglo 21 - se abatía en mi alma. Tardé en reponerme, a medida que el tema progresaba, y ya caminábamos lejos de aquella plaza.
No creo que la solución que nos propone el sabio griego sea algo sencillo. La clave está en lograr el avance cultural, forjándolo a través de una verdadera educación - la del alma - que asiente virtudes en toda la sociedad. Pero los sistemas políticos y sociales modernos no se comparan con los de aquella época. Se requiere un sistema de soluciones infinitamente complejas que asistan a toda la humanidad. Es necesario - y de extrema urgencia - resolver problemas pendientes entre el hombre y la naturaleza, problemas entre el hombre y otros hombres, y problemas del hombre consigo mismo. No se puede lograr la paz en una región geográfica determinada; menos aun considerando la interdependencia creciente, sino que es necesario un replanteamiento a nivel global, respaldado por todos, y un planeamiento estratégico, como ya dije, de soluciones reales a largo plazo.
Etiquetas:
crisis política,
La República
Suscribirse a:
Entradas (Atom)